Apuntes para una visión crítica de la educación.
“Nuestros pulmones
revolucionarios aspiran el elevado aire que ha producido el desarrollo anterior
del pensamiento humano. Por eso nosotros estamos profundamente convencidos que
el futuro es nuestro.” León Trotsky.[1]
Por un instante saquémonos la idea de que el sistema
educativo y la escuela, como institución central conquistada en la modernidad[2],
son instituciones eternas e inmutables, que la forma de “aprender” está entre
las cuatro paredes del aula, despojémonos de la idea de las calificaciones, los
horarios fijos, la gradación del aprendizaje, el fracaso escolar, etc. La
escuela es un producto histórico que apareció en un momento histórico dado y
por lo tanto no es natural ni eterna y está destinada a cambiar o desaparecer
en relación a como la conocemos hoy, junto a la sociedad que le dio su origen.
El surgimiento de la escuela se debió principalmente a que la
burguesía vio que monopolizando la
enseñanza, la educación podía convertirse en uno de los medios fundamentales de
dominación ideológica, en un instrumento esencial para alcanzar y consolidar la
hegemonía de su clase en el poder. El estado de clase iba íntimamente ligado a
la enseñanza de clase. Las condiciones culturales de las masas no eran, en los
comienzos de la sociedad burguesa, muy adecuadas para el crecimiento del nuevo
modo de producción capitalista. El analfabetismo elevado tampoco ayudaba a esto. Entonces
el aparato escolar presentaba ventajas obvias y que sin dudas fueron
aprovechadas por la burguesía. Y así nace el sistema educativo marcado por la
impronta que le impone la clase dominante y que configurará el carácter de la
educación destinada a los hijos de las clases populares, que como decía Lenin sólo consistía en última instancia en
adiestramiento.
Bajo estos intereses es que la masificación del sistema
escolar sirvió para la calificación de la fuerza de trabajo a través de la
división del trabajo mental-manual, se convirtió también en un lugar donde
dejar a los hijos, ocultar el desempleo real, formar “buenos ciudadanos”, educar
buenos consumidores, adiestrar trabajadores dóciles. Hace ver como natural la
división meritocrática de la división en clases sociales, conformar las
demandas populares de cultura y así distraer a la población de otros problemas
más importantes. (Mariano Fernández Enguita.1994).
Quienes estudiamos carreras docentes estamos acostumbrados a
hablar y leer de problemas en el sistema educativo tales como la desigualdad
social, el fracaso escolar, la deserción, el analfabetismo, etcétera, como si
fueran equivocaciones o fallas del sistema educativo, o desde la mirada más
crítica y progresiva del pensamiento pedagógico contemporáneo (en los límites
del academicismo universitario) producto del actual estado de cosas para
legitimar y mantener el dominio burgués. Y aún en las teorías llamadas
“críticas”[3]
la concepción predominante es que la emancipación de esta “educación desigual producto de la desigualdad de clases” precede a
la acción revolucionaria de la clase obrera (como única clase capaz, por su
lugar en los medios de producción, de poner en jaque las bases del sistema
capitalista) o incluso prescinde de ella, planteando que la educación es el
motor de la transformación de la sociedad, y se considera que “reformando” las
características de dominación ideológica en el aparato escolar es posible
conquistar una educación igualitaria e inclusiva para todos.
Desde la juventud del PTS queremos chocar con la idea de que
“esta es la educación que hay” y aspirar sólo a meras reformas intentando
mejorar algunos aspectos parciales. Es necesario analizar la educación como
espacio de contradicción de intereses de clase, para defenderla como conquista
y pensarla ligada a un trabajo liberado de sus formas históricas capitalistas,
de su carácter alienado y de explotación.
Desde una mirada marxista hablamos de planificar el trabajo
como disciplina, ciencia y técnica creadoras, promotor de riqueza material y
espiritual, hablamos ni más ni menos del saber acumulado al servicio de la
humanidad.
Creemos necesario poder hacer un profundo
debate sobre la educación por la que luchamos, el tipo de sistema educativo que
defendemos y proponemos. Queremos recuperar aspectos del pensamiento y práctica
de Marx, Engels y otros autores marxistas como Lenin, Trotsky, Gramsci, (entre
otros que colaboraron a elaborar la concepción marxista de la educación) porque
todos ellos se encuentran ausentes en
los debates pedagógicos debido a que el pensamiento predominante en este
terreno es el idealista, del que desarrollaremos nuestra delimitación teórica.
Las distintas corrientes pedagógicas
que han existido desde los inicios del capitalismo han sido muchas. Empezando
por la escuela clásica que surge en los
albores de la burguesía como clase dominante a
fines del SXIX-principios del XX, numerosas corrientes pedagógicas surgieron
con cuestionamientos más o menos radicales y con experiencias educativas, muchas
de ellas de alcance mundial: desde los optimistas pedagógicos de la Escuela Nueva
(período entreguerras: Dewey, Ferriere, Freinet); las llamadas corrientes
libertarias de tendencias anarquistas y socialistas (Tolstoi, Vera Schmidt y
los Jardines socialistas en Moscú, Neill y la Escuela de Summerhill en
Alemania, las “Casas de los niños” en Alemania del 68, Ferrer Guardia en
Barcelona); las llamadas corrientes desescolarizantes (Illich y Reimer) hasta las
llamadas teorías críticas (Bourdieu, Freire, la Escuela de Frankfurt),
entre tantas otras que podrían mencionarse.
Las corrientes que cuestionan a la
teoría marxista de la educación argumentan que como doctrina se dedica
solamente a explicar el modo de producción desde un análisis de la economía, la
política y la filosofía en el marco de las contradicciones de la sociedad
capitalista pero que solo da respuestas “generales” a los problemas de la educación
volviéndose insuficiente.
Marx y Engels estaban convencidos que la sociedad de clases
es una sociedad que no solo debe sino que puede desaparecer. Las formas
educativas también están, indefectiblemente, destinadas a transformarse junto
con las transformaciones de la sociedad. El marxismo avanza hacia la conformación
de una nueva teoría de la educación porque crítica profundamente a la escuela
entendida como instrumento que mantiene las diferencias entre las clases
sociales, legitimando la dominación violenta de una clase sobre otra, producto
de estas relaciones de explotación.
La teoría marxista del materialismo histórico y dialéctico
es la única que se opone a la tradición que tiene la concepción idealista del
hombre, porque plantea el papel de la revolución como único factor que puede
crear las nuevas relaciones sociales y los nuevos hombres. Esto tiene un valor
importantísimo para la pedagogía porque permite concebir de un modo totalmente
nuevo el problema educativo y superar las alternativas planteadas por el
pensamiento pedagógico burgués.
Toda la pedagogía burguesa se basa en la adaptación del hombre a su ambiente, indiferentemente de si este mundo al que hay que adaptarse sea el mundo ideal de los valores o el mundo real del orden capitalista.[4]
Toda la pedagogía burguesa se basa en la adaptación del hombre a su ambiente, indiferentemente de si este mundo al que hay que adaptarse sea el mundo ideal de los valores o el mundo real del orden capitalista.[4]
Contrariamente a los partidarios de la educación por la
influencia sobre la conciencia y a los que opinan que la educación es por la
influencia de las relaciones ambientales del niño, el marxismo viene a echar
luz sobre este problema planteando que el factor decisivo que configura a los
hombres es su propia actividad social, de dicha actividad se desprende la
configuración tanto del ambiente como de la conciencia. La realidad para Marx
no moldea indefectiblemente al hombre, a su ser, determinándolo, sino que ésta
y aquel interactúan en un movimiento constante de transformación.
La consideración del problema de la enseñanza desde esta base es lo suficientemente sólida para rechazar todo el conformismo de la pedagogía burguesa y también enfrentar las tendencias utópicas que si bien cuestionan a la pedagogía burguesa, son incapaces de enfrentarla hasta el final por su misma concepción utópica, tradición arrastrada desde los inicios de la pedagogía.
El idealismo, casi hegemónico en la educación, es la base en común de las corrientes
teóricas en pedagogía que supuestamente enfrentadas, se dividen en la corriente del reformismo pedagógico y la corriente de los “reproductivitas”. Los Reformistas Pedagógicos dicen que la educación tendría por finalidad el cambio de conciencias; que un cambio en la educación es un motor de cambio para la sociedad. Y aunque este cambio de conciencias no sólo tenga por objetivo cambiar el cerebro de las personas, sino transformar el mundo, creen necesario cambiar primero las conciencias. Cambio que se produciría por medio de la acción educativa, como si el educando fuera una tabla rasa a la cuál hay que limpiar de prejuicios por el mismo procedimiento por el que los ha adquirido: la inculcación.
Los “reproductivistas” opinan que la educación y el sistema educativo como tal deben ser rechazados y enfrentados como un ámbito más de “reproducción” de la ideología dominante, manifestando que no serían “defendibles” en tanto están condicionados por este carácter.
En ambas corrientes se observa una misma constante en el
pensamiento pedagógico: el carácter idealista está determinado por el carácter
ahistórico de esta concepción. Ahistórico porque niega al hombre como ser
social determinado por sus condiciones materiales dentro de un sistema de producción
dado, poniendo a la educación por encima de la sociedad de clases, como un
ámbito independiente de las contradicciones de la sociedad capitalista, colgada
del mundo de las ideas.
Para Marx, el pensamiento, la ideología y la conciencia de los hombres, no son el
resultado de ningún proceso de inculcación expresa sino el
resultado de su vida real.
Es por esto que opinamos que la historia de la educación
está indisolublemente ligada a la historia de la lucha de clases y como tal no
podemos pensarla como un proceso “neutro” sino como un proceso contradictorio,
complejo y regido por fuerzas antagónicas. Por un lado, es la historia del
intento de la burguesía, los empresarios y sus gobiernos por poner el sistema
educativo a su servicio. Pero también por otro, es la historia de las gloriosas
luchas de los trabajadores que han entregado, incluso sus vidas, por defender
además de sus derechos como trabajadores, el derecho al acceso a la educación
de los hijos de los trabajadores y el pueblo pobre.
La cuestión es de qué lado nos paramos nosotrxs como futuros trabajadores de la educación, concibiendo al rol docente ligado a la construcción del hombre nuevo. Por eso cuestionamos la universidad en su contenido de clase, en su forma medieval y antidemocrática porque nos deja afuera de todas las decisiones, donde vemos como vacían de contenido nuestras carreras, para que paguemos costosos grados y posgrados, con el solo objetivo de profundizar la mercantilización de la enseñanza favoreciendo la educación privada.
No queremos ser profesionales al servicio del mercado, queremos ser quienes peleen por una universidad al servicio de los trabajadores y el pueblo pobre, para terminar de una vez por todas con este sistema que ya nada puede ofrecernos. Para esto es necesario organizarnos junto a los trabajadores participando en sus luchas, volcando nuestro conocimiento al servicio de su liberación, entendiendo que uniéndonos a ellos podemos formar una alianza estratégica capaz de dar vuelta la balanza en los momentos decisivos de la lucha de clases. Somos los jóvenes que queremos terminar con el trabajo precario, en negro y en condiciones deplorables a las que son sometidos millones de jóvenes trabajadores que dejan sus vidas en las fabricas y que nunca accederán a las universidades en tanto y en cuanto la enseñanza siga en manos de los capitalistas. Somos los jóvenes que nos ponemos de pie contra la discriminación y por los derechos LGTBI. Los jóvenes que peleamos por una universidad a la que puedan ir los hijos de los trabajadores y los sectores mas oprimidos a recibir una educación de calidad.
Mientras vemos como se profundiza la crisis en Europa, los capitalistas intentan descargar sobre las espaldas de la clase obrera todo el peso de esta crisis que ellos mismos generaron. Y la argentina no está aislada de este fenómeno. Vemos como los trabajadores están divididos entre 5 centrales de
Solo desde esta perspectiva podemos avanzar en construir una alianza entre obreros, estudiantes y los sectores más explotados que cuestione y se proponga terminar con las bases de este sistema capitalista. Dando origen así a una sociedad sin clases, sin explotadores ni explotados, donde la humanidad se organice en un régimen basado en la cooperación y no en la competencia, en el desarrollo sin limites de la técnica al servicio del hombre desarrollando todo el potencial de las capacidades creadoras de la humanidad. Convertirnos, como diría Lenin en “verdaderos dueños de la vida”.
[1] “Las Tareas De La Educación Comunista ” León Trotsky. Estrategia
Internacional n°24 de la FT-CI
(Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional ).
[2] Podemos situar al sistema educativo en el momento histórico de su
formación y masificación. El desarrollo de la revolución industrial y el
triunfo del liberalismo trajeron consigo
una transformación fundamental del aparato escolar. Las necesidades
tecnológicas producidas por los cambios en las fuerzas productivas y las
exigencias liberales de extender la educación y el conocimiento como condición
de igualdad, determinaron la institucionalización, extensión y masificación del
aparato escolar. La enseñanza pasó a depender del Estado y comenzó a
considerarse como una necesidad y un derecho. “Cuestionando desde el Marxismo”.
Publicación de la
Corriente Nacional 9 de Abril. Noviembre 2008.
[3] Podemos mencionar a algunos exponentes de dichas teorías: Pierre
Bourdieu, Paulo Freire hasta la escuela de Frankfurt, entre muchos otros que podrían mencionarse.
Freire opina desde su pedagogía de la liberación que la alfabetización sirve
para tomar conciencia de la opresión y desde ahí transformarla. Por otro lado
Bourdieu sostiene que como la escuela reproduce la ideología dominante hay que
enfrentarla.
[4] “Teoría Marxista de la
Educación ”.Bodgan Suchodolski. Ed. Grijalbo. 1961.
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